REFLEXIÓN SOBRE EL TIEMPO por brissa
Dicen que el tiempo es uno de nuestros peores enemigos. Reflexionando sobre ello es fácil hallar razones que lo demuestran, y que parecen incuestionables:
El tiempo transcurre robándonos nuestros sueños, cuando apenas acabamos de alcanzarlos y, en cualquier caso, cuando todavía no los hemos disfrutado.
Convierte nuestras palabras en armas arrojadizas, que vuelven sus filos hirientes contra nosotros mismos, devolviéndonos un discurso del que ya ni siquiera la memoria guarda el recuerdo de haberlo pronunciado.
Como un gran farsante, nos regala una y otra vez las mismas miserias, envueltas para cada ocasión en papeles de diferentes colores, que una y otra vez nos ciegan haciéndonos caer en su trampa de apariencia brillante.
A veces, aparenta generososidad, y nos transporta a momentos que nos sacuden el alma y nos encogen el corazón, mostrándonos algo que aparenta tan hermoso, que simplemente el hecho de saber que existe nos transforma, y nos hace soñar con poseerlo; pero se trata de un regalo envenenado, y la generosidad se torna en burla, cuando finalmente el sueño escupe una carcajada a nuestra alma, mientras el objeto de nuestro deseo, que nunca es tan maravilloso cómo parecía (aunque claro, eso no lo vemos nunca hasta que el maldito tiempo retira el velo que lo ocultaba de nuestros ojos), desaparece, atropellando en su huída a nuestro corazón, dejándolo herido, derrotado e incluso a veces irremediablemente destrozado.
Y por fin, nos torna las sienes blancas, mientras el corazón sigue saltando bullicioso. Nos encierra un alma ansiosa de aventura en un cuerpo marchito y decrépito. Nos castiga con la película, proyectada en sesión continua, de nuestra decadencia, pero sobre todo nos compra el billete aún a sabiendas de que no deseamos viajar, y nos impone el destino menos deseado.....
Venimos al mundo, y desde la primera bocanada de aire comienza nuestra lucha contra el tiempo. Alcanzamos la capacidad de razonar, desear, soñar o ilusionarnos y nos pasamos media vida, soñando con que el tiempo transcurra y nos permita acceder a lo que en cada momento nos resulta inalcanzable. Pero pronto, mucho antes de lo imaginado, empezamos a luchar contra su paso, y finalmente soñamos con detener su avance inexorable y así evitar que el final nos dé alcance.
Yo, tiempo, he decidido ignorarte, al menos mientras pueda. Sé que en algún momento habré de pararme a pensar en ti, en cómo burlarte, en cómo aprender a convivir contigo. Se que tendré que hacerlo, y pronto, pero ahora, habrás de disculparme ...no tengo tiempo.
brissa
El tiempo transcurre robándonos nuestros sueños, cuando apenas acabamos de alcanzarlos y, en cualquier caso, cuando todavía no los hemos disfrutado.
Convierte nuestras palabras en armas arrojadizas, que vuelven sus filos hirientes contra nosotros mismos, devolviéndonos un discurso del que ya ni siquiera la memoria guarda el recuerdo de haberlo pronunciado.
Como un gran farsante, nos regala una y otra vez las mismas miserias, envueltas para cada ocasión en papeles de diferentes colores, que una y otra vez nos ciegan haciéndonos caer en su trampa de apariencia brillante.
A veces, aparenta generososidad, y nos transporta a momentos que nos sacuden el alma y nos encogen el corazón, mostrándonos algo que aparenta tan hermoso, que simplemente el hecho de saber que existe nos transforma, y nos hace soñar con poseerlo; pero se trata de un regalo envenenado, y la generosidad se torna en burla, cuando finalmente el sueño escupe una carcajada a nuestra alma, mientras el objeto de nuestro deseo, que nunca es tan maravilloso cómo parecía (aunque claro, eso no lo vemos nunca hasta que el maldito tiempo retira el velo que lo ocultaba de nuestros ojos), desaparece, atropellando en su huída a nuestro corazón, dejándolo herido, derrotado e incluso a veces irremediablemente destrozado.
Y por fin, nos torna las sienes blancas, mientras el corazón sigue saltando bullicioso. Nos encierra un alma ansiosa de aventura en un cuerpo marchito y decrépito. Nos castiga con la película, proyectada en sesión continua, de nuestra decadencia, pero sobre todo nos compra el billete aún a sabiendas de que no deseamos viajar, y nos impone el destino menos deseado.....
Venimos al mundo, y desde la primera bocanada de aire comienza nuestra lucha contra el tiempo. Alcanzamos la capacidad de razonar, desear, soñar o ilusionarnos y nos pasamos media vida, soñando con que el tiempo transcurra y nos permita acceder a lo que en cada momento nos resulta inalcanzable. Pero pronto, mucho antes de lo imaginado, empezamos a luchar contra su paso, y finalmente soñamos con detener su avance inexorable y así evitar que el final nos dé alcance.
Yo, tiempo, he decidido ignorarte, al menos mientras pueda. Sé que en algún momento habré de pararme a pensar en ti, en cómo burlarte, en cómo aprender a convivir contigo. Se que tendré que hacerlo, y pronto, pero ahora, habrás de disculparme ...no tengo tiempo.
brissa
0 comentarios