"DIA DE LA MADRE"
A MI MADRE...
IV
Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.
En su regazo amoroso,
soñaba... ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.
Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.
La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
¡por eso yo no me he muerto!
(Fragmento de "A mi madre" de Rosalía de Castro)
Mimos regalas a cualquier hora,
Abrazos y besos, caricias todas.
Dándote siempre tan generosa.
Rodéame, tierna, alma preciosa
Eres la más dulce y voluntariosa.
(Aire...22-9-04)
Madre, madre, tu me besas,
pero yo te beso mas.
Como el agua en los cristales,
caen mis besos en tu faz...
Te he besado tanto, tanto
que de mí cubierta estás
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear:
Cuando tú, a tu hijito escondes
no se le oye el respirar...
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y que lindo niño veo
a tus ojos asomar...
el estanque copia todo
lo que tu mirando estás;
Pero tú en los ojos copias
a tu niño y nada más.
Los ojitos que me diste
yo los tengo que gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...
(Gabriela Mistral)
A Mi Madre
¡Oh, cuan lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormias!
¡Con que grato embeleso recojías
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera
con maternal orgullo repetias!
Hoy que de la vejez en el quebranto,
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,
al recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque, pensando en tí, me siento niño.
(Vicente Riva Palacio)
EPITAFIO
Un golpe dí con temblorosa mano
sobre su tumba venerada y triste;
y nadie respond1o ... Llamé en vano
porque ¡la madre de mi amor no existe!
Volví a llamar, y del imperio frío
se alzo una voz que dijo: ¡Si existe!
Las madres, nunca mueren ... Hijo mío
desde la tumba te vigilo triste ...
¡Las madres, nunca mueren!
Si dejan la envoltura terrenal,
suben a Díos, en espiral de nubes...
¡La madre, es inmortal!
Venga MADRE
hoy quiero sorprenderte
te voy a llevar al parque
antes de que tu te marches
por el sendero tranquilo
quiero, sonreírte, amarte ayudarte,
quiero quitar esas piedras que tu no puedes saltarte
quiero decirte bajito
que adelante
que soy tu bastón de roble
o tu bambú joven
que tienen mis brazos fuerza
para poder pasearte
y que mientras yo viva madre
no tendrás que andar sola el camino
yo estoy aquí para ayudarte.
(ARMONIA)
Madre Amorosa
Sólo la madre amorosa,
de sus hijos cuidadosa,
yace en vela;
y a su afecto reverente
es, de la vida inocente,
centinela.
¿Qué del hombre sucediera,
si a su lado no tuviera
en la infancia,
de una madre el dulce anhelo,
sus caricias, su consuelo,
su constancia?
(Rafael Carvajal)
Mas no, que también velando
en su triste soledad,
con el alma dolorida
un hijo infeliz está;
y en medio de la amargura
de su mísera aflicción
al suspirar por su madre
calma un tanto su dolor.
¡Ay! suspiro, que en mi pecho
el amor hizo nacer,
parte veloz, ahora mismo,
adonde mi alma se fue;
y dile a mi dulce madre,
ocultando tu aflicción,
que eres consuelo en su ausencia,
que eres prenda de su amor.
Y dile, si acaso llora,
proscrito al verme infeliz,
por Dios, que enjugue su llanto,
que no lo vierta por mí.
Tal vez sus lágrimas pías,
agravando su pesar
haranme víctima triste
de inconsolable orfandad.
Que ella es la luz de mis ojos,
el remedio en mi dolor,
el sostén de mi esperanza,
la vida del corazón.
Que guarde su tierno llanto
para otro cercano mal...
¡Quizá las puertas se me abren
de la inmensa eternidad!
Que una lágrima en mi tumba
debo a sus ojos pedir;
pero esa lágrima sólo
por el tiempo que viví.
Entre tanto, madre mía,
calme el cielo tu aflicción,
recordando que padezco
por mi patria y por mi honor.
Todo harán mis enemigos
con la fuerza y su maldad;
pero no impedir que te ame,
eso no, jamás podrán:
Y a que conozcas te envío
desde extranjera mansión
"Un recuerdo", a tu memoria
y a tus caricias, mi amor.
(Rafael Carvajal)
Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.
Pasan los años, vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho fuerte latir.
A Dios yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal;
Porque es muy grato, sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual.
(José Martí)
Soy la semilla que ama, la que derrama lo que tiene
Doy lo que sé, para que todos se sirvan de ello
La luz me da la vida y el crecimiento
Yo doy mi vida por todos para que crezcan
Crecen se hacen grandes y aprenden mientras yo menguo
Trabajo en las profundidades oscuras de donde me nutro
Filtro los sentimientos de todos los tipos de dureza y paz
Para dar lo mejor a los que se nutren de mí
Me alegro verlos volar mientras moribunda me anclo
Me gusta verlos felices, me conformo con la humedad
Y el viento fresco que me trae la sal del mediterráneo
Me conformo.... ser útil con Amar.
(Juan de barro)
A mi madre (Adiós al buen tiempo" : poesías y mesenianas)
Oh sol de mi niñez, madre querida,
que te ocultas en nubes de pesares,
los ecos de mi alma entristecida
lleve hacia ti la brisa de los mares.
No muevo el arpa a melodioso canto
por seguir el fantasma de la gloria,
cada son es la gota de este llanto
que consagro a tu plácida memoria.
Si lleno de pesar mi triste pecho
su llanto no vertiera en este día,
a mis penas el alma cauce estrecho
en mares de dolor se anegaría.
Si yo culpable fui o si he sembrado
de crímenes la tierra que me abriga,
o al cielo en su justicia he provocado
¿porqué, oh madre, porqué cruel te castiga?
¿Porqué sumida en la doliente ausencia
te erige sus cadalsos el dolor?
Tu delito fue darme la existencia,
¡fue tu delito tu materno amor!
¿Quién de ti me apartara, madre mía?
¿Quién ha turbado tu felice anhelo?
el que trueca en desorden la armonía,
y la paz ahuyentó del triste suelo.
El oro, sí, fue el oro mercenario
que abrojos presta al cabezal del hombre,
el oro a la ventura necesario
hasta de aquel que aborreció su nombre.
Lo buscaré, sí, madre, y la ventura
a vivir con nosotros volverá,
su tiránica ley, de la natura
los vínculos de amor no romperá.
En arras pues de bienhechores tratos
van con destino, madre, a tu sustento,
de mi primer afán los dones gratos,
son muestras de esperanza y de contento.
Que no la vanidad ni las grandezas,
ni codicias injustas, criminales,
me impulsan a soñar con las riquezas,
mis fines son, lo juro, celestiales.
La paz del corazón, el goce santo
de la familia en el honrado gremio,
el bien no individual, son el encanto
que busca el corazón cual grato premio.
¡Ah! ¡si cual ave que llevó ligera
a sus hijos las presas inocentes,
en alas de mi amor volar pudiera
o darte mis abrazos elocuentes!
Tú me diste tu sangre en alimento
en la risueña edad de mi lactancia,
hoy mi sudor, mi ser, todo mi aliento
los cuidados te pagan de la infancia.
Y aun yacen en mi pecho enrojecidas
por fuego de virtud, las bendiciones
que me diste al partir, no desoídas
se pierdan tus maternas oraciones.
Bendigo, sí, a mi vez, bendigo el oro
que así se presta a generoso empleo,
lo bendigo también si enjuga el lloro
o redimiendo al infeliz lo veo.
Mas, oh madre, ¿qué alcanzo con que vivas
si los aromas de tu amor no alcanzo?
¿qué te importan los dones que recibas
si en pos de tus caricias no me lanzo?
Adiós, oh madre, pues, ruégale al cielo
que luzca siempre su genial bonanza
y nunca el triste y nebuloso velo
nos encubra ¡ay! ¡el sol de la esperanza!
(Alejandro Tapia y Rivera)
A MI MADRE
Decir madre es decir amor y vida,
abrir al horizonte la mirada,
sentir que en el silencio y en la nada
su mano va cubriendo nuestra huída.
Es volver a la infancia alborozada,
es tornar brevemente a la cordura,
admirar en un soplo la figura
que desprende su imagen sosegada.
Decir madre es privarse de amargura,
apartar de la mente la agonía
y guardar en el seno la valía
de sentir cada instante su bravura.
Yo que afirmo en el alma la ternura
que brota de su blanco pensamiento,
en la dicha proclamo con el viento
ese gozo que ensalza su armonía
y el orgullo que inflama mi alegría
al decirle a mi madre lo que siento.
(José Luis Muñoz, 23-08-01)
¡Madre!
Alas de ternura todo un firmamento,
de las calmas azules donde me acunas
terciopelo de mieses en la luz de las lunas
aurora de sinfonías en el talle de tu aliento.
Angelus de noche y día en mi pensamiento
como la infancia alejada de templadas dunas
¿recuerdas mamá tus veladas diurnas?
que añoranza es mi canto con sentimiento.
Tu belleza serena de los años labrados,
y seda tus manos de memorias curtidas
si han de recuperar algún momento ausente
Abrázame hoy madre en los relojes parados,
de los crueles kilómetros que aún nos dominan
¡abrázame madre! que te siento presente.
(Elegancia)
DOLOROSO SILENCIO
A veces, duele la paz del silencio;
duele el recuerdo que acude
resbalando amargo por el cerebro,
acompañado de la soledad
y de la agonia de la nostalgia,
abriendose heridas sin cicatrizar.
Aquellos abrazos de niños,
aquellas manos que acariciaban
nuestras cabezas, entre suspiros.
Eran suspiros liberados,
escapados de lo hondo del pecho
de aquellos seres tan venerados.
Una madre que al mundo nos trajo,
esa madre de pechos henchidos,
coronados por aquel pezón rosado,
que fueron manantial de vida
y deleite para nuestras manos,
que los mesaban en feliz caricia.
O aquel padre, tan orgulloso
con su hijo/a venido al mundo,
que era su pasión y su gozo;
sus manos ásperas y grandes,
curtidas tal vez por rudos trabajos,
acariciaban nuestra piel con arte.
Eran cálidas y lentas caricias
como para infundir en nosotros,
la fuerza que llevaban escondida
en los mas hondo del alma,
y que querian transmitirnos
antes de que su vida finara.
Duele si, a veces el silencio;
duele el pensar en la infancia,
duelen aquellos bellos recuerdos:
el sonido de aquellas voces,
la aspereza de un rostro,
de unos labios el calido roce...
Duele que se hayan marchado
por esa senda del no regreso,
nuestros seres más amados...
Aunque ...un consuelo nos dejaron,
acaso escrito en las nubes,
o en el verdor de esos campos.
O escrito sobre la parda tierra,
y en el verde de las pámpanas
y en el polvo de la vereda...
Donde quiera que ellos pisaron
y nosotros aún recorremos,
en pos de algun mensaje dejado.
(G.- diciembre de 2002)
Madre, llévame a la cama
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.
¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver...
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.
(Manuel de Unamuno)
A MI MADRE - XII
Nunca permita Dios que yo te olvide,
mi santa, mi amorosa compañera;
nunca permita Dios que yo te olvide,
aunque por tanto recordarte muera.
Venga hacia mí tu imagen tan amada
y hábleme al alma en su lenguaje mudo,
ya en la serena noche y reposada,
ya en la que es parto del invierno crudo.
Y que en tu aislado apartamiento fiero,
tan ajeno del hombre y su locura,
velen mi llanto y mi dolor primero
al lado de tu humilde sepultura.
(Rosalía de Castro)
Madrecita
Madrecita del alma querida
en mi pecho yo llevo una flor,
no te importe el color que ella tenga,
porque al fin tú eres, madre, una flor.
Tu cariño es mi bien madrecita,
en mi vida tú has sido y serás
el refugio de todas mis penas
y la dicha de amor y verdad.
Aunque amores yo tenga en la vida
que me llenen de felicidad,
como el tuyo jamás madrecita,
como el tuyo no habré de encontrar.
(Oswaldo Farrés)
CARICIA
Madre, madre, tú me besas
pero yo te beso más
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...
(Gabriela Mistral)
Madre, la noche llega sorda
mi mano busca tu espalda.
Madre, el corazón se desangra
y mi alma en la tristeza ahonda.
Madre, repique de pena
tu voz ya no suena
ni en el patio, ni en la torre
ni en la sala, ni en la almena.
Un dia recogiste la alegria
la dulzura, la risa y la fantasia,
abriste la puerta oscura.
Ahora, Madre, que estoy sola
busco en el aire, en las olas
Solo, Madre, la tristeza perdura
"¡Mamá, te quiero mucho!"
Ese algo que me despierta
y me amenaza con el filo dentado
de la infancia.
¿Quién me roba, después, ese algo?.
Amargo soplo que revienta la esfera
donde guardo
mi más preciado secreto.
Tendida estoy
contemplando la variaciones de insectos
que pintarrajean el techo.
El suelo está helado.
Me abro de piernas
y me cuelgo las rodillas
de las palmas de mis manos.
Sal, amor,
y despierta al dormido espinazo
que ya mi olfato trabaja a pleno
rendimiento.
Fluye
maloliente lengua de lento
movimiento,
aquí te esperan mis manos
-espátulas y pinceles desahuciados-
gozoso embadurne de piernas,
vientre e ombligo,
hedor desbordado de su cauce
anegando planicies y vaguadas resecas.
(LGinebra)
RECUERDO
Recuerdo , tantas cosas!
Aquel nombre que me pusisteis
Para pasar las horas.....
Un día me dijisteis
Angelote pasa!
Hoy, aun estoy viva
Y como siempre trague saliva.....
Y más saliva.
El nácar de tu cara
Se acentuaba de mañana en mañana....
Tu sonrisa de boca y de ojos
Se perdía en la nada....tu fuerza de vida
Se desvanecía en el cuarto blanco
Tus manos de alas
Morían poco a poco
Eran muchos los que querían verte, y me decías
No quiero que me vean, hija mía...
A pesar de todo, relucías
Sentadas en el banco de la muerte
Me contabas historias sabidas
Pero en aquel momento duro
De vida entregada
Tu LUZ, hechicera....me enseño
Que el camino no termina.
Que suerte para mí
TENERTE.
(Ñato)
DIOS LO QUIERE
I La tierra se hace madrastra
si tu alma vende a mi alma.
Llevan un escalofrío
de tribulación las aguas.
El mundo fue más hermoso
desde que me hiciste aliada,
cuando junto de un espino
nos quedamos sin palabras,
¡y el amor como el espino
nos traspasó de fragancia!
Pero te va a brotar víboras
la tierra si vendes mi alma;
baldías del hijo, rompo
mis rodillas desoladas.
Se apaga Cristo en mi pecho
¡y la puerta de mi casa
quiebra la mano al mendigo
y avienta a la atribulada!
II Beso que tu boca entregue
a mis oídos alcanza,
porque las grutas profundas
me devuelven tus palabras.
El polvo de los senderos
guarda el olor de tus plantas
y oteándolas como un ciervo,
te sigo por las montañas...
A la que tú ames, las nubes
la pintan sobre mi casa.
Ve cual ladrón a besarla
de la tierra en las entrañas,
que, cuando el rostro le alces,
hallas mi cara con lágrimas.
III Dios no quiere que tú tengas
sol si conmigo no marchas;
Dios no quiere que tú bebas
si yo no tiemblo en tu agua;
no consiente que tú duermas
sino en mi trenza ahuecada.
IV Si te vas, hasta en los musgos
del camino rompes mi alma;
te muerden la sed y el hambre
en todo monte o llanada
y en cualquier país las tardes
con sangre serán mis llagas.
Y destilo de tu lengua
aunque a otra mujer llamaras,
y me clavo como un dejo
de salmuera en tu garganta;
y odies, o cantes, o ansíes,
¡por mí solamente clamas!
V Si te vas y mueres lejos,
tendrás la mano ahuecada
diez años bajo la tierra
para recibir mis lágrimas,
sintiendo cómo te tiemblan
las carnes atribuladas,
¡hasta que te espolvoreen
mis huesos sobre la cara!
(Gabriela Mistral)
LÁPIDA FILIAL
Apegada a la seca fisura
del nicho, déjame que te diga:
-Amados pechos que me nutrieron
con una leche más que otra viva;
parados ojos que me miraron
con tal mirada que me ceñía;
regazo ancho que calentó
con una hornaza que no se enfría;
mano pequeña que me tocaba
con un contacto que me fundía:
¡resucitad, resucitad,
si existe la hora, si es cierto el día,
para que Cristo os reconozca
y a otro país deis alegría,
para que pague ya mi Arcángel
formas y sangre y leche mía,
y que por fin os recupere
la vasta y santa sinfonía
de viejas madres: la Macabea,
Ana, Isabel, Lía y Raquel!
(Gabriela Mistral)
MADRE
Alas de ternura todo un firmamento,
de las calmas azules donde me acunas
terciopelo de mieses en la luz de las lunas
aurora de sinfonías en el talle de tu aliento.
Angelus del día eres en mi pensamiento
como la infancia alejada de templadas dunas
¿recuerdas mamá tus veladas diurnas?
y añoranza es mi canto con sentimiento.
Tu belleza serena de los años labrados,
seda tus manos de memorias curtidas
si han de recuperar algún momento ausente
Abrázame hoy madre en los relojes parados,
de las crueles distancias que aún nos dominan
¡abrázame madre! que te siento presente.
(Elegancia)
IV
Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.
En su regazo amoroso,
soñaba... ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.
Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.
La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
¡por eso yo no me he muerto!
(Fragmento de "A mi madre" de Rosalía de Castro)
Mimos regalas a cualquier hora,
Abrazos y besos, caricias todas.
Dándote siempre tan generosa.
Rodéame, tierna, alma preciosa
Eres la más dulce y voluntariosa.
(Aire...22-9-04)
Madre, madre, tu me besas,
pero yo te beso mas.
Como el agua en los cristales,
caen mis besos en tu faz...
Te he besado tanto, tanto
que de mí cubierta estás
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear:
Cuando tú, a tu hijito escondes
no se le oye el respirar...
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y que lindo niño veo
a tus ojos asomar...
el estanque copia todo
lo que tu mirando estás;
Pero tú en los ojos copias
a tu niño y nada más.
Los ojitos que me diste
yo los tengo que gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...
(Gabriela Mistral)
A Mi Madre
¡Oh, cuan lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormias!
¡Con que grato embeleso recojías
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera
con maternal orgullo repetias!
Hoy que de la vejez en el quebranto,
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,
al recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque, pensando en tí, me siento niño.
(Vicente Riva Palacio)
EPITAFIO
Un golpe dí con temblorosa mano
sobre su tumba venerada y triste;
y nadie respond1o ... Llamé en vano
porque ¡la madre de mi amor no existe!
Volví a llamar, y del imperio frío
se alzo una voz que dijo: ¡Si existe!
Las madres, nunca mueren ... Hijo mío
desde la tumba te vigilo triste ...
¡Las madres, nunca mueren!
Si dejan la envoltura terrenal,
suben a Díos, en espiral de nubes...
¡La madre, es inmortal!
Venga MADRE
hoy quiero sorprenderte
te voy a llevar al parque
antes de que tu te marches
por el sendero tranquilo
quiero, sonreírte, amarte ayudarte,
quiero quitar esas piedras que tu no puedes saltarte
quiero decirte bajito
que adelante
que soy tu bastón de roble
o tu bambú joven
que tienen mis brazos fuerza
para poder pasearte
y que mientras yo viva madre
no tendrás que andar sola el camino
yo estoy aquí para ayudarte.
(ARMONIA)
Madre Amorosa
Sólo la madre amorosa,
de sus hijos cuidadosa,
yace en vela;
y a su afecto reverente
es, de la vida inocente,
centinela.
¿Qué del hombre sucediera,
si a su lado no tuviera
en la infancia,
de una madre el dulce anhelo,
sus caricias, su consuelo,
su constancia?
(Rafael Carvajal)
Mas no, que también velando
en su triste soledad,
con el alma dolorida
un hijo infeliz está;
y en medio de la amargura
de su mísera aflicción
al suspirar por su madre
calma un tanto su dolor.
¡Ay! suspiro, que en mi pecho
el amor hizo nacer,
parte veloz, ahora mismo,
adonde mi alma se fue;
y dile a mi dulce madre,
ocultando tu aflicción,
que eres consuelo en su ausencia,
que eres prenda de su amor.
Y dile, si acaso llora,
proscrito al verme infeliz,
por Dios, que enjugue su llanto,
que no lo vierta por mí.
Tal vez sus lágrimas pías,
agravando su pesar
haranme víctima triste
de inconsolable orfandad.
Que ella es la luz de mis ojos,
el remedio en mi dolor,
el sostén de mi esperanza,
la vida del corazón.
Que guarde su tierno llanto
para otro cercano mal...
¡Quizá las puertas se me abren
de la inmensa eternidad!
Que una lágrima en mi tumba
debo a sus ojos pedir;
pero esa lágrima sólo
por el tiempo que viví.
Entre tanto, madre mía,
calme el cielo tu aflicción,
recordando que padezco
por mi patria y por mi honor.
Todo harán mis enemigos
con la fuerza y su maldad;
pero no impedir que te ame,
eso no, jamás podrán:
Y a que conozcas te envío
desde extranjera mansión
"Un recuerdo", a tu memoria
y a tus caricias, mi amor.
(Rafael Carvajal)
Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.
Pasan los años, vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho fuerte latir.
A Dios yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal;
Porque es muy grato, sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual.
(José Martí)
Soy la semilla que ama, la que derrama lo que tiene
Doy lo que sé, para que todos se sirvan de ello
La luz me da la vida y el crecimiento
Yo doy mi vida por todos para que crezcan
Crecen se hacen grandes y aprenden mientras yo menguo
Trabajo en las profundidades oscuras de donde me nutro
Filtro los sentimientos de todos los tipos de dureza y paz
Para dar lo mejor a los que se nutren de mí
Me alegro verlos volar mientras moribunda me anclo
Me gusta verlos felices, me conformo con la humedad
Y el viento fresco que me trae la sal del mediterráneo
Me conformo.... ser útil con Amar.
(Juan de barro)
A mi madre (Adiós al buen tiempo" : poesías y mesenianas)
Oh sol de mi niñez, madre querida,
que te ocultas en nubes de pesares,
los ecos de mi alma entristecida
lleve hacia ti la brisa de los mares.
No muevo el arpa a melodioso canto
por seguir el fantasma de la gloria,
cada son es la gota de este llanto
que consagro a tu plácida memoria.
Si lleno de pesar mi triste pecho
su llanto no vertiera en este día,
a mis penas el alma cauce estrecho
en mares de dolor se anegaría.
Si yo culpable fui o si he sembrado
de crímenes la tierra que me abriga,
o al cielo en su justicia he provocado
¿porqué, oh madre, porqué cruel te castiga?
¿Porqué sumida en la doliente ausencia
te erige sus cadalsos el dolor?
Tu delito fue darme la existencia,
¡fue tu delito tu materno amor!
¿Quién de ti me apartara, madre mía?
¿Quién ha turbado tu felice anhelo?
el que trueca en desorden la armonía,
y la paz ahuyentó del triste suelo.
El oro, sí, fue el oro mercenario
que abrojos presta al cabezal del hombre,
el oro a la ventura necesario
hasta de aquel que aborreció su nombre.
Lo buscaré, sí, madre, y la ventura
a vivir con nosotros volverá,
su tiránica ley, de la natura
los vínculos de amor no romperá.
En arras pues de bienhechores tratos
van con destino, madre, a tu sustento,
de mi primer afán los dones gratos,
son muestras de esperanza y de contento.
Que no la vanidad ni las grandezas,
ni codicias injustas, criminales,
me impulsan a soñar con las riquezas,
mis fines son, lo juro, celestiales.
La paz del corazón, el goce santo
de la familia en el honrado gremio,
el bien no individual, son el encanto
que busca el corazón cual grato premio.
¡Ah! ¡si cual ave que llevó ligera
a sus hijos las presas inocentes,
en alas de mi amor volar pudiera
o darte mis abrazos elocuentes!
Tú me diste tu sangre en alimento
en la risueña edad de mi lactancia,
hoy mi sudor, mi ser, todo mi aliento
los cuidados te pagan de la infancia.
Y aun yacen en mi pecho enrojecidas
por fuego de virtud, las bendiciones
que me diste al partir, no desoídas
se pierdan tus maternas oraciones.
Bendigo, sí, a mi vez, bendigo el oro
que así se presta a generoso empleo,
lo bendigo también si enjuga el lloro
o redimiendo al infeliz lo veo.
Mas, oh madre, ¿qué alcanzo con que vivas
si los aromas de tu amor no alcanzo?
¿qué te importan los dones que recibas
si en pos de tus caricias no me lanzo?
Adiós, oh madre, pues, ruégale al cielo
que luzca siempre su genial bonanza
y nunca el triste y nebuloso velo
nos encubra ¡ay! ¡el sol de la esperanza!
(Alejandro Tapia y Rivera)
A MI MADRE
Decir madre es decir amor y vida,
abrir al horizonte la mirada,
sentir que en el silencio y en la nada
su mano va cubriendo nuestra huída.
Es volver a la infancia alborozada,
es tornar brevemente a la cordura,
admirar en un soplo la figura
que desprende su imagen sosegada.
Decir madre es privarse de amargura,
apartar de la mente la agonía
y guardar en el seno la valía
de sentir cada instante su bravura.
Yo que afirmo en el alma la ternura
que brota de su blanco pensamiento,
en la dicha proclamo con el viento
ese gozo que ensalza su armonía
y el orgullo que inflama mi alegría
al decirle a mi madre lo que siento.
(José Luis Muñoz, 23-08-01)
¡Madre!
Alas de ternura todo un firmamento,
de las calmas azules donde me acunas
terciopelo de mieses en la luz de las lunas
aurora de sinfonías en el talle de tu aliento.
Angelus de noche y día en mi pensamiento
como la infancia alejada de templadas dunas
¿recuerdas mamá tus veladas diurnas?
que añoranza es mi canto con sentimiento.
Tu belleza serena de los años labrados,
y seda tus manos de memorias curtidas
si han de recuperar algún momento ausente
Abrázame hoy madre en los relojes parados,
de los crueles kilómetros que aún nos dominan
¡abrázame madre! que te siento presente.
(Elegancia)
DOLOROSO SILENCIO
A veces, duele la paz del silencio;
duele el recuerdo que acude
resbalando amargo por el cerebro,
acompañado de la soledad
y de la agonia de la nostalgia,
abriendose heridas sin cicatrizar.
Aquellos abrazos de niños,
aquellas manos que acariciaban
nuestras cabezas, entre suspiros.
Eran suspiros liberados,
escapados de lo hondo del pecho
de aquellos seres tan venerados.
Una madre que al mundo nos trajo,
esa madre de pechos henchidos,
coronados por aquel pezón rosado,
que fueron manantial de vida
y deleite para nuestras manos,
que los mesaban en feliz caricia.
O aquel padre, tan orgulloso
con su hijo/a venido al mundo,
que era su pasión y su gozo;
sus manos ásperas y grandes,
curtidas tal vez por rudos trabajos,
acariciaban nuestra piel con arte.
Eran cálidas y lentas caricias
como para infundir en nosotros,
la fuerza que llevaban escondida
en los mas hondo del alma,
y que querian transmitirnos
antes de que su vida finara.
Duele si, a veces el silencio;
duele el pensar en la infancia,
duelen aquellos bellos recuerdos:
el sonido de aquellas voces,
la aspereza de un rostro,
de unos labios el calido roce...
Duele que se hayan marchado
por esa senda del no regreso,
nuestros seres más amados...
Aunque ...un consuelo nos dejaron,
acaso escrito en las nubes,
o en el verdor de esos campos.
O escrito sobre la parda tierra,
y en el verde de las pámpanas
y en el polvo de la vereda...
Donde quiera que ellos pisaron
y nosotros aún recorremos,
en pos de algun mensaje dejado.
(G.- diciembre de 2002)
Madre, llévame a la cama
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.
¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver...
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.
(Manuel de Unamuno)
A MI MADRE - XII
Nunca permita Dios que yo te olvide,
mi santa, mi amorosa compañera;
nunca permita Dios que yo te olvide,
aunque por tanto recordarte muera.
Venga hacia mí tu imagen tan amada
y hábleme al alma en su lenguaje mudo,
ya en la serena noche y reposada,
ya en la que es parto del invierno crudo.
Y que en tu aislado apartamiento fiero,
tan ajeno del hombre y su locura,
velen mi llanto y mi dolor primero
al lado de tu humilde sepultura.
(Rosalía de Castro)
Madrecita
Madrecita del alma querida
en mi pecho yo llevo una flor,
no te importe el color que ella tenga,
porque al fin tú eres, madre, una flor.
Tu cariño es mi bien madrecita,
en mi vida tú has sido y serás
el refugio de todas mis penas
y la dicha de amor y verdad.
Aunque amores yo tenga en la vida
que me llenen de felicidad,
como el tuyo jamás madrecita,
como el tuyo no habré de encontrar.
(Oswaldo Farrés)
CARICIA
Madre, madre, tú me besas
pero yo te beso más
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...
(Gabriela Mistral)
Madre, la noche llega sorda
mi mano busca tu espalda.
Madre, el corazón se desangra
y mi alma en la tristeza ahonda.
Madre, repique de pena
tu voz ya no suena
ni en el patio, ni en la torre
ni en la sala, ni en la almena.
Un dia recogiste la alegria
la dulzura, la risa y la fantasia,
abriste la puerta oscura.
Ahora, Madre, que estoy sola
busco en el aire, en las olas
Solo, Madre, la tristeza perdura
"¡Mamá, te quiero mucho!"
Ese algo que me despierta
y me amenaza con el filo dentado
de la infancia.
¿Quién me roba, después, ese algo?.
Amargo soplo que revienta la esfera
donde guardo
mi más preciado secreto.
Tendida estoy
contemplando la variaciones de insectos
que pintarrajean el techo.
El suelo está helado.
Me abro de piernas
y me cuelgo las rodillas
de las palmas de mis manos.
Sal, amor,
y despierta al dormido espinazo
que ya mi olfato trabaja a pleno
rendimiento.
Fluye
maloliente lengua de lento
movimiento,
aquí te esperan mis manos
-espátulas y pinceles desahuciados-
gozoso embadurne de piernas,
vientre e ombligo,
hedor desbordado de su cauce
anegando planicies y vaguadas resecas.
(LGinebra)
RECUERDO
Recuerdo , tantas cosas!
Aquel nombre que me pusisteis
Para pasar las horas.....
Un día me dijisteis
Angelote pasa!
Hoy, aun estoy viva
Y como siempre trague saliva.....
Y más saliva.
El nácar de tu cara
Se acentuaba de mañana en mañana....
Tu sonrisa de boca y de ojos
Se perdía en la nada....tu fuerza de vida
Se desvanecía en el cuarto blanco
Tus manos de alas
Morían poco a poco
Eran muchos los que querían verte, y me decías
No quiero que me vean, hija mía...
A pesar de todo, relucías
Sentadas en el banco de la muerte
Me contabas historias sabidas
Pero en aquel momento duro
De vida entregada
Tu LUZ, hechicera....me enseño
Que el camino no termina.
Que suerte para mí
TENERTE.
(Ñato)
DIOS LO QUIERE
I La tierra se hace madrastra
si tu alma vende a mi alma.
Llevan un escalofrío
de tribulación las aguas.
El mundo fue más hermoso
desde que me hiciste aliada,
cuando junto de un espino
nos quedamos sin palabras,
¡y el amor como el espino
nos traspasó de fragancia!
Pero te va a brotar víboras
la tierra si vendes mi alma;
baldías del hijo, rompo
mis rodillas desoladas.
Se apaga Cristo en mi pecho
¡y la puerta de mi casa
quiebra la mano al mendigo
y avienta a la atribulada!
II Beso que tu boca entregue
a mis oídos alcanza,
porque las grutas profundas
me devuelven tus palabras.
El polvo de los senderos
guarda el olor de tus plantas
y oteándolas como un ciervo,
te sigo por las montañas...
A la que tú ames, las nubes
la pintan sobre mi casa.
Ve cual ladrón a besarla
de la tierra en las entrañas,
que, cuando el rostro le alces,
hallas mi cara con lágrimas.
III Dios no quiere que tú tengas
sol si conmigo no marchas;
Dios no quiere que tú bebas
si yo no tiemblo en tu agua;
no consiente que tú duermas
sino en mi trenza ahuecada.
IV Si te vas, hasta en los musgos
del camino rompes mi alma;
te muerden la sed y el hambre
en todo monte o llanada
y en cualquier país las tardes
con sangre serán mis llagas.
Y destilo de tu lengua
aunque a otra mujer llamaras,
y me clavo como un dejo
de salmuera en tu garganta;
y odies, o cantes, o ansíes,
¡por mí solamente clamas!
V Si te vas y mueres lejos,
tendrás la mano ahuecada
diez años bajo la tierra
para recibir mis lágrimas,
sintiendo cómo te tiemblan
las carnes atribuladas,
¡hasta que te espolvoreen
mis huesos sobre la cara!
(Gabriela Mistral)
LÁPIDA FILIAL
Apegada a la seca fisura
del nicho, déjame que te diga:
-Amados pechos que me nutrieron
con una leche más que otra viva;
parados ojos que me miraron
con tal mirada que me ceñía;
regazo ancho que calentó
con una hornaza que no se enfría;
mano pequeña que me tocaba
con un contacto que me fundía:
¡resucitad, resucitad,
si existe la hora, si es cierto el día,
para que Cristo os reconozca
y a otro país deis alegría,
para que pague ya mi Arcángel
formas y sangre y leche mía,
y que por fin os recupere
la vasta y santa sinfonía
de viejas madres: la Macabea,
Ana, Isabel, Lía y Raquel!
(Gabriela Mistral)
MADRE
Alas de ternura todo un firmamento,
de las calmas azules donde me acunas
terciopelo de mieses en la luz de las lunas
aurora de sinfonías en el talle de tu aliento.
Angelus del día eres en mi pensamiento
como la infancia alejada de templadas dunas
¿recuerdas mamá tus veladas diurnas?
y añoranza es mi canto con sentimiento.
Tu belleza serena de los años labrados,
seda tus manos de memorias curtidas
si han de recuperar algún momento ausente
Abrázame hoy madre en los relojes parados,
de las crueles distancias que aún nos dominan
¡abrázame madre! que te siento presente.
(Elegancia)
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