Poemas de la argentina Carolina María Catalano
Capricho de sombra
No soy lo que previenes ni predices,
apenas el subsuelo de tu sueño,
desafilada daga que sin dueño
pervierte tu costado en cicatrices.
Caleidoscopio oscuro mis matices
en suicidios de bocas te diseño
y cercana te percibo en mi empeño,
riendome de todos. Aprendices.
Soy el puro capricho de tu sombra,
dentellada de polvo que te abraza,
telaraña sin tiempo que te asombra,
torera de los toros de tu plaza.
Soy la vaga silueta que te nombra
la cintura quimérica que arrasa.
SIEMPRE NOS QUEDA PARIS
En París amanezco el día de tu ausencia.
El city tour me pierde por rincones aislados,
¿por qué será que espero tus ojos afilados,
si nunca me prestaste su mágica elocuencia?
Las calles dan cien vueltas, yo sigo en la abstinencia
de la presencia incauta saltando acantilados.
Sus plazas laberinto, semáforos callados...
No creas que pretendo mutar tu transparencia.
Si llegas, te prometo colgar de tu mirada
un brillo renovado. Firmada la amnistía
besar solo tu frente que, fresca, me daría
delirios de amapola bajo la tour Eiffel.
Qué lenta es esta espera...escucha los relojes
llegando a su destino: la torre de Babel...
EN DEUDA
Siento que estoy debiéndome mil versos
desde mi nacimiento y no me alcanza
el verbo, ni la carne ni la danza
de la tinta escribiendo mis reversos.
El tiempo me condena a que, dispersos,
los vocablos limiten su acechanza
contenida y sutil adivinanza
que convierte los santos en perversos.
Se me acerca la voz como un disparo,
sus esquirlas estallan en mi boca
y no encuentro la paz en el silencio.
Disfrazada o desnuda, con descaro,
a una jaula de letras me sentencio.
¡Qué importa si la pluma se equivoca!...
POSESION
No sé de lo que hablo, maldita madrugada,
como si mis demonios salieran del subsuelo,
trepando por mis sienes. Mi boca es el anzuelo
de todas sus locuras y mi ansia la abonada.
Los versos que florecen rotos en la alambrada
son míos pero ajenos, abecedario en celo
de musas imposibles. Escribo y excarcelo
lo que quiero y no tengo, perdida y alienada.
Quizás sea un demonio hablando por las letras
posesas e insurrectas de una mujer incauta.
Quizás no sea nada, tal vez mi propio invento.
Retumba el laberinto por el que cronometras
mi vida. Es sólo mío, fantasma fraudulento,
el hilo que me guía como ciego argonauta.
0 comentarios