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CLUB DE POETAS

RAFAEL MONTESINOS

RAFAEL MONTESINOS BIOGRAFÍA:

Rafael Montesinos, poeta sevillano, Hijo Predilecto de Andalucía en 1989, falleció el 4 de marzo a los 84 años en el hospital Ramón y Cajal de Madrid a consecuencia de un fallo renal. Montesinos, Premio Nacional de Literatura en 1958 y 1977, había ingresado por una insuficiencia respiratoria tres días antes en este hospital.
El poeta, autor de 'Los años irreparables', había nacido el 30 de septiembre de 1920 en Sevilla, ciudad en la que cursó el Bachillerato en el colegio Villasís de los jesuitas, y en 1941 se trasladó a Madrid, ciudad en la que ha vivido desde entonces.
Sus primeros poemas aparecieron en 1943 en la revista 'Garcilaso' y en esa época colaboró también en laa revistas 'Espadaña' e Insula y en otras publicaciones nacionales y extranjeras.
Poco después de llegar a Madrid publicó 'Balada del amor primero' (1944), pero su primer libro de poemas, 'Canciones perversas para una niña tonta', lo editó dos años más tarde junto a su obra 'El libro de las cosas perdidas'. En 1948 publicó 'Las incredulidades' y en 1952 fundó la Tertulia Literaria Hispanoamericana y editó su primer libro de ensayo con el título 'Los años irreparables'.
Un año más tarde obtuvo el Premio Ateneo de Madrid por 'País de la esperanza', obra con la que abandonó sus referencias al pasado para situarse en el presente.
Tras 'Cuaderno de las últimas nostalgias' (1954) y 'La soledad y los días' (1956), Montesinos obtiene el Premio Nacional de Literatura y el Ciudad de Sevilla con 'El tiempo en nuestros brazos', libro de poemas dedicado a su mujer y sus hijos.
En 1963 fue elegido por unanimidad miembro de la Hispanish Society de Nueva York y, después de obras como 'La verdad y otras dudas' (1966) o 'Antonio Zarco, estudio sobre su vida y su obra' (1976), obtiene un año más tarde el Premio Nacional de Literatura en la categoría de ensayo por su libro 'Bécquer, biografía e imagen'.
Es además autor de las obras: «Balada del amor primero» en 1944, «Antología poética» en 1956, «El tiempo en nuestros brazos» en 1958 y «La verdad y otras dudas», 'El libro de los gorriones' (1984), 'De la niebla y sus nombres' (1985), 'Alzado en almas, canciones, poemas y verso libre para Andalucía' (1987) y 'La semana pasada murió Bécquer', entre otras.

Rafael Montesinos nos lega una poesía de muy variados registros en la mejor tradición de la sensibilidad de Gustavo Adolfo Bécquer (a quien él estudió en profundidad) y de otros grandes maestros sevillanos: los hermanos Machado y Luis Cernuda. El escritor sevillano nació el 30 septiembre de 1920. Cursó el bachillerato en el colegio Villasís de los jesuitas. A principios de 1941 trasladó su residencia a Madrid, donde vivía desde entonces. Sus primeros poemas aparecieron en 1943 en la revista «Garcilaso». En esa época colaboró también en «Espadaña» y en publicaciones de todo el mundo.

Maestro de fecundas promociones:

En 1952 fundó la Tertulia Literaria Hispanoamericana, el mejor espejo en el camino de la poesía hispánica. En 1953 obtuvo el Ateneo de Madrid por «País de la esperanza», donde se sitúa en una afirmación del presente que derivará hacia motivos sociales en «La verdad y otras dudas». De 1958 es «El tiempo en nuestros brazos», libro de poemas dedicado a su mujer y sus hijos, extraordinaria celebración del mundo doméstico y con el que fue galardonado con el Nacional de Literatura y el Ciudad de Sevilla. En 1963 fue elegido, por unanimidad, miembro de la Hispanic Society de Nueva York. Con «Bécquer, biografía e imagen» logró el Nacional de Ensayo y el Fastenrath de la Real Academia en 1979. Hijo predilecto de Andalucía, algunas de sus obras han sido publicadas en sistema Braille y traducidas a diversos idiomas. Sus perfectas poesía y métrica han sido revalorizadas por la más fecunda promoción de poetas actuales.

Dice de él Antonio Burgos:

“Rafael Montesinos ha vivido siempre instalado en el abono de la carrera oficial de la nostalgia. La nostalgia en el tiempo, la nostalgia en el espacio.
La nostalgia en el tiempo, que empezó a vivir desde muchacho. Rafael Montesinos tiene nostalgia de la niñez desde el mismo día que la perdió, desde el mismo día que se enamoró de una niña sevillana y la amó junto a un tapiz clásico con Dante y Beatriz. Su insuperable prosario de "Los años irreparables" es nostalgia a pie de obra, a pie de infancia perdida, y hallada al tercer día entre los doctores del templo de la melancolía becqueriana, en el que Montesinos oficia de sumo sacerdote. Y la nostalgia en el espacio, que se llama Sevilla.”

Andaluz como pocos, hondo, serio. Su Tertulia Hispanoamericana del Instituto de Cultura Hispánica fue muchos martes, lustros de martes, una activa ventana abierta a la poesía andaluza, cuando otros la negaban. Cuando nadie hablaba de Andalucía, Montesinos hasta tenía nostalgias de ella. El colofón de sus libros de versos lo demuestra. Es tan andaluz de la Bética, del olivo de Tarazona, que su "Viva Andalucía Libre" lo pone en latín de Villasís: "Laus Baeticae".

Su amistad con José García Nieto, también poeta, periodista y fundador de la Revista Garcilaso y ganador entre otros de un premio Cervantes, fallecido en el 2001, le llevó a relacionarse con él de modo epistolar. En algunas de esas epístolas se hallan poemas originales de puño y letra del autor.

Ver: http://www.garcianieto.com/rafael_montesinos.htm

POEMAS:

A UNA ADOLESCENTE

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
en el dulce pecado de la carne
tú y yo nos encontramos,
que el amor vuelve un día de repente,
igual que vuelve el árbol
del estéril invierno a la más verde
mentira del verano.

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
al corazón quisiste
llegar y te quedaste entre mis manos.
Mi corazón es sitio solamente
de corazón. Me lo dejé olvidado
en una tierra roja de olivares
donde todo es más claro.
Déjalo sollozar. Sólo me sirve
para un amor lejano.

Pero medí tu cuerpo con mis besos,
tus besos con mis labios,
para las altas lunas de tus pechos
fui poeta romántico,
porque en tu sangre había diecisiete
caballos galopando.

EL RITO Y LA REGLA

En el patio mi padre con su túnica
negra, en la madrugada más profunda
de la clarísima ciudad, se ha puesto
solemnemente el negro capirote.

Silencioso es el rito, no aprendido
sino heredado, yéndole en la sangre,
pues los siglos se ven hasta en la forma
de sujetarse el antifaz al rostro.

(Y silencioso y sin hablar con nadie,
el nazareno escogerá el camino
mas corto….)

Oh padre mío,
cuánto silencio hay en este Viernes,
tan lejos de mi vida,
cerrada para siempre la cancela
que a nadie espera ya.

Hoy la memoria escoge
el camino más corto para herirme.
(Viernes del 82)

Ver:http://www.antonioburgos.com/antologia/semana_santa/anecdotas/montesinos.html

LAS DEMÁS... ¿CÓMO FUERON?

Las demás... ¿cómo fueron? Tú jugabas
en algún sitio, niña todavía.
Bajo la madrileña luz del día,
entre juegos y penas me esperabas.

Las demás... ¿dónde fueron? Tú cantabas:
«Yo tenía un castillo...», y Dios sabía
que era yo, poco a poco, quien hacía
el castillo que matarileabas.

«Las demás, ¿cómo fueron?», me preguntas
pensativa la boca, el aire triste,
bajos los ojos y las manos juntas.

¡Las demás! ... ¿Quiénes fueron? Yo quisiera
que me explicaras cómo te me hiciste
tan niñamente mi pasión primera.

SONETO A JOSÉ GARCÍA NIETO PORQUE ME VIO MUERTO EN ESCENA

Tan fácil es morirse de repente
que de repente, amigo, me he quedado
muerto entre bastidores, transformado
en frío aquel calor que hubo en mi frente.

Si morir es sentir lo que se siente
cuando falta el amor, yo le he entregado
a la Muerte -impaciente enamorado-
mi vertical mentira indiferente.

Ya me llevan en vilo a la salida
para dejarme donde están aquellas
mujeres que llorándome adivino.

Muerto a la escena voy como la vida,
que estaba muerto ya cuando mis huellas
encontraron un día su camino.

YO ESTOY SOLO EN LA TARDE

Yo estoy solo en la tarde. Miro lejos,
desesperadamente lejos. Quedan
por el aire las últimas palabras
de los enamorados que se alejan.
Las nubes saben dónde van, mi sombra
nunca sabrá dónde el amor la lleva.
¿Oyes pasar las nubes, dime, oyes
resbalar por el césped mi tristeza?

Nadie sabe que amo. Nadie sabe
que si llegó el amor trajo su pena.
Yo estoy sólo en la tarde y miro lejos.
No sé de dónde vienes a mis venas.

Te me vas de las manos, no del alma.
Nos separan montañas, vientos, fechas.
El amor, cuando menos lo pensamos,
se nos viste de ausencia.

Estoy en soledad. Miro a lo lejos
oscurecer la tarde y mi tristeza.
Estoy pensando en ti y estoy pensando
que acaso en soledad también me piensas.

SÁLVAME

A eso puedo decir -respondió Don Quijote-
que Dulcinea es hija de sus obras.
(II parte, cap. XXXI!)

Pobladora de todos mis sentidos,
tan castamente tú la pobladora,
sálvame, amor, ahora y en la hora
de la muerte, la tierra y los olvidos.

Ay, niña, sálvame a ratos perdidos
la eternidad que al alma, triste, llora
ya por perdida, oh mi eternizadora,
mi arcángel de los gestos doloridos.

Álcese ya mi voz en tu alabanza,
corazón que en un sólo nombre fija
mi corazón de yentes y vinientes,

oriunda de mi única esperanza,
hija de Dios y de tus obras hija,
que me salvas con besos diferentes.

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